Comprendiendo la diversidad: Retraso del Lenguaje

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¿Qué entendemos por retraso del lenguaje?

El retraso en el lenguaje es una dilación en la adquisición de las diferentes etapas del desarrollo cronológico del lenguaje infantil, es decir, cuando la adquisición de nuevos elementos lingüísticos de un niño es más lenta que la de resto de niños de su edad.

Uno de cada 5 niños aprenderá a hablar o a usar palabras más tarde que otros niños de su edad.

Algunos niños también mostrarán problemas de comportamiento porque se frustran cuando no pueden expresar lo que necesitan o quieren. Así como un aumento de las posibilidades de dificultades de aprendizaje a posteriori.

¿Cuál sería el desarrollo normativo?

Existen unos parámetros generales que nos orientan, pero debemos poner siempre por delante que cada de uno nosotros somos únicos y que estos indicadores no nos definen sino que nos orientan, en caso de sospecha, siempre es recomendable consultar al pediatra o a nuestro especialista.

A los 6 – 8 meses, el pequeño empieza a balbucear y a variar la entonación.

A los 12 meses, el niño comienza a pronunciar sus primeras palabras (mamá/papá).

A los 18 meses, el vocabulario del niño alcanza las 50 palabras, realizando así las primeras oraciones. En este instante, ya empieza a haber una pragmática del lenguaje que le permite comentar, pedir u obtener atención.

A los 26 meses, el pequeño ya combina 3 palabras para realizar frases telegráficas y/o preguntas simples.

A los 36 meses, los niños que no presentan ningún problema en el lenguaje ya hablan perfectamente, teniendo un vocabulario que ya alcanza más de 1.000 palabras.

¿Cuándo podemos hablar de “hablantes tardíos”?

Se considera como “hablante tardío” a niños o niñas que a la edad de dos años se comunican con menos de 50 palabras y no utilizan frases de dos palabras. Siempre y cuando, posean un desarrollo acorde en las áreas sensoriales, motoras, cognitivas y sociales.

También se puede observar que comprenden todo lo que decimos, pero no se expresa de manera verbal.

¿Entonces, en qué se diferencia retraso en el desarrollo del habla y del lenguaje?

Mientras que el trastorno del lenguaje es un trastorno del neurodesarrollo persistente que afecta principalmente a la adquisición y desarrollo del lenguaje oral desde sus inicios y que se prolonga durante la infancia, la adolescencia y la vida adulta; el retraso del lenguaje es una demora en el acceso al lenguaje oral como forma de comunicación hasta un año y medio más tarde de lo habitual.

Además, en el caso del trastorno del lenguaje existen diferentes estudios los cuales apuntan que la probabilidad de desarrollar este tipo de trastornos es mayor en niños con antecedentes familiares.

Otra diferencia básica es que el trastorno del lenguaje afecta tanto a nivel expresivo como comprensivo. Sin embargo, en el retraso del lenguaje la problemática principal suele ser expresiva.

Asimismo, cuando se trata de un trastorno del lenguaje, el componente morfosintáctico suele ser el más alterado mientras que, en los retrasos del lenguaje, las alteraciones más llamativas son la emisión de sonidos y de vocabulario.

¿Es realmente importante comenzar con una intervención tan temprana?

En el pasado, cuando un niño que ya debería hablar no lo hacía, familias e incluso médico y educadores adquirían la concepción errónea de la famosa frase “ya hablará”. Actualmente, sabemos que, en los casos de retraso del lenguaje, habrá una mejor respuesta si la intervención es temprana (neuroplasticidad). Además, es necesario tener en cuenta, si existe un entorno estimulador y unas buenas capacidades intelectuales los niños compensarán sus dificultades lingüísticas y mejorarán en poco tiempo.

¿Cómo podemos ayudar estimulando el lenguaje desde casa?

  • Conviene hablarle mucho, preguntándole por sus preferencias, amigos, actividades favoritas, como va vestido….
  • Aprovechar cualquier ocasión para proporcionar mensajes claros y breves.
  • Contarle cuentos cortos, y ellos puedan participar haciendo ruidos, bailes, gestos, etc., también se le pueden realizar preguntas sencillas sobre el contenido.
  • Manifestarle entusiasmo y alegría cada vez que ponga interés en la actividad que está realizando, aunque no siempre le salga bien.
  • Cuando diga algo equivocado, darle el modelo adecuado sin decir «así no” o “eso está mal”.